martes, octubre 24, 2006

Perros y Gatos

La palabra gringo proviene de la castellanización de la frase “green go”, cuya traducción literal es “¡fuera verdes!”. Aquel verde era el uniforme de los militares franceses, en su primer caso, y después, estadounidenses. Así podemos resumir una vecindad que nos ha llevado a estar como perros y gatos desde hace 180 años.
Cuando Estados Unidos obtuvo su independencia en 1776, era un país formado por trece estados, un cuarto del territorio actual. Para 1810 James Madison era el mandatario del cada vez más grande vecino. En 1823 James Monroe, acuñó aquello de “América para los americanos”. En 1824 nuestro país entró a la etapa presidencial y John Quincy Adams, fue el sexto de la Unión Americana; un rezago de treinta y cinco años, tiempo que marcó la diferencia. En ese 1824 hubo dos sucesos que influyeron: los intentos separatistas de Texas y la anexión de Chiapas.
Era tal la influencia, que aplicamos como nombre constitucional Estados Unidos Mexicanos. Y mientras nosotros andábamos en un clima político de cambios, Estados Unidos marcó la pauta en 1828 cuando Andrew Jackson fue el primer presidente proveniente del Partido Demócrata. La suerte estaba echada.
Fue en el periodo de James Polk cuando los nexos económicos pasaron al bando militar y se formalizó una invasión que degeneró en la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio y la formación de una vecindad a fuerza.
Y mientras nosotros pasábamos por intentos de una Reforma encabezada por Benito Juárez, Estados Unidos sobrevivía al asesinato de Lincoln y a una Guerra Civil. A la muerte de Juárez en 1872, el republicano Ulisses Grant, reforzaba el ideal de expansión.
Luego, México iniciaría con Porfirio Díaz un periodo de estabilidad económica para unos cuantos y un clima de descontento generalizado. Ya Estados Unidos, cimentaba las bases para lo que hoy es.
A pesar de los conflictos de principio del siglo XX, Estados Unidos no se olvidó de nosotros y con William Taft y Woodrow Wilson, se financió nuestra Revolución. Aquel rezago de treinta y cinco años volvió a ampliarse.
Con todo y la depresión que pudo terminar con Estados Unidos, y más tarde durante la II Guerra Mundial, México siguió a expensas. Los vecinos distantes empezaron a unirse en pactos disimulados con cordialidad. El PRI hizo lo suficiente para aceptar los lineamientos republicanos o demócratas. No importaba.
Con nuestro nuevo gobierno, casi seis años después, la situación es semejante y desventajosa. Hoy, quinientos indocumentados mueren anualmente en su intento por cruzar la frontera y ambos países se niegan a admitir su exacta dimensión. Hoy, 20 mil millones de dólares en remesas son nuestro mejor negocio.
Gringo nuevo o viejo, da lo mismo. No estamos en sus prioridades y continuaremos tan lejos de ellos pese a nuestra cercanía.
Como vemos, la relación a fin de cuentas acaba igual que siempre en tantos años. Si hemos convivido como perros y gatos, dudo que alguna vez nos toque ladrar

No hay comentarios.: