viernes, octubre 06, 2006

Poemas de Leonardo Schwebel

Lo sé todo. Pasaré la vida contigo. Serás mi pareja ideal, mi mujer, mi cuerpo total, mi grao. Tendremos solsticios y equinoccios. Tus lunas llenas harán que aúllen mis manos cada noche. Comeremos las mismas comidas. Haremos el mismo amor. Cantaremos besos y alucinaciones. Sabremos qué decir en los párrafos. La noche de al menos un sábado, tendremos tiempo para lo que nos plazca. Pronosticaremos las lluvias que llevamos dentro. Si alguien te ama, sé inmediatamente que soy yo. No nos prohibiremos alguna clase de caricias, y debajo de las próximas mesas, nuestras manos tentarán apetitos que nos debemos. Viviremos juntos estas vidas con nuestros propios dioses. Jamás beberemos cerveza. Y hasta nos permitiremos ser como nosotros mismos. Veremos todas las películas que nos faltan, y una noche de estas, nos aburriremos porque se nos da la gana. La vida se me reveló la primera vez que nos jugamos la suerte de amarnos hasta irritarnos. Sé que me eres y sabes que te soy. La vida es tan simple como tú y yo haciéndonos magia y realidades. Lo sé todo. Eres mi vida, mi planeta, mi ecosistema, mi ángel de la guarda, mi lectora, mi canción rica, mi rezo, mis letras, mis deseos, mi vicio. Entre tú y yo, tú en mí. Eres mi mujer, mi novia, mi amante, mi amiga, mi compañera, mi ilusión, mi cielo, mi sexo, mi nombre, mi familia...¿quieres iniciar ésta y las vidas que nos quedan?


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Ayer estuve feliz. Como quiera que tal suceda. amé y me amaron, tanto lo uno como lo otro en el mismo lugar, la misma hora, el mismo espacio. Ayer, mientras afuera llovía, nos encendimos frotándonos cuerpos, labios y vehemencias.

Ayer, en sigilo y oscuros, fuimos nuestros sin repetir concesiones, alocándonos con las manos escondidas dentro de los secretos.

Ayer, recorrimos el mundo mirándonos.

Ayer, trescientas mil veces a trescientos mil kilómetros por segundo, llegamos sofocándonos.

Ayer, me hiciste de comer, me hiciste el amor, me hiciste cierto.

Ayer encontré la memoria: se puede ser feliz en tres metros cuadrados de cuerpo y alma.

Ayer, desnudos, convocamos el Olimpo. Serpientes y escaleras nos enseñaron el camino. Nos quedamos hilados, con algo de dioses en nuestros recintos. Ayer, tuve entre manos: tu cabello despeinado, tus lunas de octubre, tu constelación asimétrica y perfecta, tu glíptica de princesa. Ayer, sencillamente, todo salió bien. Entramos uno en el otro sin que nada sobrara, con el viento a favor, sin zurcir contratiempos.

¿Qué hacían los demás mientras nosotros nos hacíamos felices? Sólo sé que llovía y nosotros nos provocábamos tormentas con nuestros propios rayos y centellas. Nos mojamos en nuestras propias mareas. Inundamos los cuerpos cabiéndonos. Sí. Ayer nos dimos todo el amor que traíamos dentro, con algo de uno que otro miedo.

Ayer, desde el mediodía hasta la medianía, supimos de uno sobre el otro, nos miramos de frente, de lado, por arriba, por abajo, por atrás. Cerramos también los ojos. Nos acariciamos estrellas e inquietudes. Bebimos insaciablemente pieles y misterios. Fuimos dos cuerpos exactos. Dos almas gemelas. Dos estrenos en los mismos besos.

Ayer, se hizo mi mujer. Me hizo de comer. Me hizo reír. Me hizo sentir. Me hizo trizas. Ayer, simplemente, fui feliz.


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En mis manos hay un cierto idilio: eres tú vestida sin ropa, desvestida del ánimo. Ambos tenemos las insanas intenciones: el amor nos hace. No caemos en cuentas ni distracciones: abdicamos en nosotros sin desperdicios. Se vale todo: desbaratar labios arriba-abajo-adentro, acariciarnos sin permiso. De una vez por todas decidimos quedarnos toda la noche. ¿Te acuerdas que arriba de nuestros cuerpos estábamos otros dos como nosotros amándonos igual? Sé que despertamos: juntos, abrazados, quizás soñándonos. Sé que no desayunamos pero...mi hambre desapareció al comer y beber de tu cabello mojado hasta los pies; de tu Norte a tu Sudoeste; de tu Atlántico al Índico. Pudimos estar despacio quitándonos mutuamente todos los polvos. Antes, durante la madrugada, recuperé aliento al sentir tu beso durmiente. Nos desvelamos con la idea clara que jamás nos desharemos, que siempre habrá amor para nosotros. Hay quienes apuestan que entre uno y otro, no hay eso de lo eterno. Pero no hagamos caso: a estas alturas, en estos meses, en este año, todas las verdades son mentiras. Sí, tú y yo nos amamos para siempre; para demostrar que dos que se aman es mayoría poblacional en este país. Dejemos que los otros se hagan bolas, que sigan echando a perder lo que les queda. Tú y yo hacemos lo que ellos no hacen: hacemos el mismo amor. En mis manos hay una cierta ideología: ambos una noche completa, y toda la vida.

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Veo tu piel y no encuentro lugar para voltearme.
Ahí puedo aprender el alfabeto
y construir pasadizos secretos.
Veo cómo tus brazos levantan los deseos.
Siento cómo tu boca delinea el paraíso.
Capto cómo tu boca se me hace agua.
En tu piel inscribo mi calendario.
En tu piel llegan mensajes indescifrables.
En tu piel lavo mis instintos.
Caigo en la cuenta que en tu piel se estacionan los acantilados
y vuelvo a ella cada vez que necesito
un momento de paz,
un sitio para la guerra,
un pedazo de invierno
y una tormenta sin cesar.
En tu piel escribo mis tentaciones.
En tu piel sacudo las mareas.
En tu piel olvido los infortunios.
Cada vez que te veo recibo una alegoría.
Y si te busco, es que no quiero encontrar
algo que me haga volver.
En tu piel corro las cortinas.
En tu piel caen las voluntades.
En tu piel se sienten los terremotos.
He visto cómo te deslizas en mi alcoba.
He olido cuando nos desquiciamos.
He oído a tus poros cantar.
En tu piel distingo el bien y el mal.
Veo tu piel y sé dónde estoy.

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Me prometiste un beso con bonita letra y lo cumpliste a cien metros del suelo y tan cerca del cielo que pude sentir ángeles y nubes, y un pedazo de sol. Al besarte quedé encantado de tu magia y de tu alma. Se me fueron los recuerdos y me olvidé de los fantasmas. Con ese beso se cumplió el deseo de la lámpara maravillosa y sentí un árbol, unas palomas mensajeras, un tapete volador y algo de nostalgia. Quien besa así y cumple su promesa, debe ser suficiente para amarla día a día. Eso he hecho. Amarte es como un regalo de vida, como mi helado de vainilla, como mi película favorita, como la melodía que tararea mi conciencia. Hoy que te amo, reconozco que valió todo la pena.
Tu letra sigue en mis labios, como la primera vez que cerré los ojos para inciciar el sueño eterno de serte. Por eso cuando despierto eres lo primero que veo y así me quedo, en espera de otro capítulo de la armonía de tu universo

2 comentarios:

pato dijo...

Son de suyas ?
Hermosas !!

Mi blog es :
http://espacios -cultura.blogspot.com

pato dijo...

Veo ti piel y no encuentro ....
Bellísima !
Gracias por compartirlo