No tenemos un Brady

La ingobernabilidad se manifiesta cuando quienes está a cargo no logran la eficiencia de sacar las cosas adelante.
Si 100 días no fueron suficientes para que los diputados federales se pusieran de acuerdo, es un signo de ingobernabilidad.
Cuando los organismos financieros del mundo advierten una crisis y ésta no se enfrenta con decisiones categóricas, también hay un grado de ingobernabilidad.
Cuando los índices delictivos continúan y vemos que nuestras propias corporaciones no nos dan seguridad, que es un tema de derecho, es otro punto de gobernabilidad.
Internamente cada entidad vive sus propios puntos rojos.
En Zapopan, por ejemplo, miles de millones de pesos que invirtieron los encargados de Liverpool y El Palacio de Hierro, no fueron suficientes para que la autoridad responsable hiciera un acceso vial fluido.
Un reporte de organismos no gubernamentales de Jalisco, reporta deficiencias y negligencia para la aplicación de Derechos Humanos http://www.cepad.org.mx/panel/pdf/Informe.2007.Final.pdf
Índices internacionales que marcan la pauta de desarrollo en asuntos como salud o educación, ponen al país en una calificación reprobatoria.
A unos días de que se cumplan 2 años del periodo Calderón, lo que vemos es indecisión, fallas, bajadas e incertidumbre.
Hablaríamos en concreto de la tercera parte de su gestión.
Si a esto añadimos el juego político, pareciera que todo se resuelve con elecciones.
Calderón, en ese sentido, no deja buenas cuentas al PAN, que ha perdido terreno.
El PRD vive sus últimos días como fuerza alterna y sus divisiones internas lo llevaran al colapso.
El PRI no acaba ni de modernizarse ni evoluciona. Sus tácticas dilatorias prevalecen.
Con empresarios indignados por la falta de seguridad, con un sistema judicial que se visualiza corrupto, con medios cómplices que se desviven por Belinda o la Academia o los Sueños de no se qué.
Ya va siendo hora que las cosas fluyan.
Lo de Andares es un ejemplo de esas telarañas en las que está un sistema.
En futbol americano hay una tónica.
Si la jugada te da resultado, síguela. Si no, cámbiala.
En nuestro caso, nuestro Brady, no tiene con qué llegar al Super Bowl.