miércoles, marzo 25, 2009

Hillary en México

Como reportó Celia Espinoza en Epicentro Informativo, en la región de los Altos de Jalisco (donde se ha generado violencia extrema) sólo se presentó un presidente municipal de la región –el que organizó- para una reunión sobre acciones para combatir la delincuencia.

Esta escena se ha repetido en otras ocasiones en diversos lugares del país.

Abatir al crimen organizado es prioritario, pero sólo cuando esto representa un foro para aparecer en escena o para pedir dinero.

A esto hay que añadir el narcomelate, donde la PGR pretende repartir una bolsa garantizada de más de 900 millones (más lo que se acumule en la semana) para atrapar a 37 de los capos de los cárteles de la droga.

La acción ya provocó que uno de Los 40 Principales del crimen organizado fuera aprehendido, aunque se hicieron patos con el dinero.

Todo esto previo a la visita de Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, y el mismo día que la encargada de seguridad de ese país, confirmara lo que anticipó Epicentro Informativo: reforzamiento de la frontera.

Hoy, Estados Unidos se convierte en nuestro aliado y protector, cuando hace unos días Calderón los culpaba de nuestros males.

La acción de Calderón provocó los resultados mediáticos previsibles y se erigió como el valiente nuevo David que interpela al gigante Goliat.

Pero así como en La Biblia, ni David era tan enclenque ni Goliat tan grandote, aquí Calderón no puede ser el héroe de la película como quiere aparecer.

Su actuación que sí le podría dar un Oscar, en realidad fue su teatro para conseguir lo que quería: dinero.

Si bien como dice Hillary Clinton, México no es un Estado fallido, sí necesita ayuda para combatir el narcotráfico. ¿Ayuda? Pero si hace unos días Estados Unidos era el maldito enemigo que no hace nada contra los criminales? ¿Cómo puede ayudarnos quien no hace nada? Aquí es donde el guión de Calderón se viene abajo.

La realidad es que esa declaración valiente se da previo al recorte del Plan Mérida y después de su pataleó, Hillary viene a calmar los ánimos y a darnos una tajada considerable.

Calderón entonces obtiene lo que quiere: dinero y poner nuestra soberanía en amenaza.

Cuando Zedillo andaba vende y vende todo para recuperarse de la crisis y Bill Clinton, entonces presidente de Estados Unidos –hoy esposo de la secretaria de Estado- , nos prestó una lanita, venía el verdadero meollo del asunto: poner a la venta los insumos del país. Ante eso pregunté: ¿qué sigue…Baja California?

Ahora le haré la misma pregunta a Calderón, ¿qué sigue…el permiso para que Estados Unidos intervenga en el país?

La llamada extinción de dominio –como mucho de lo que vivimos- proviene de Colombia y basta recuperar lo que su gobierno dictó en 1996.

Estos días México lo aprobara ya que el PRI –como suele suceder- cedió ante el PAN. La esencia es que ahora el Estado está facultado a interrogarlo sobre si sus bienes son lícitos o ilícitos; bajo esta circunstancia, todos somos presuntos delincuentes y sospechosos. Con candados, pero al fin candados legales, ahora usted tiene que demostrar que no forma parte del crimen organizado.

Los resultados del Plan Colombia siguen en duda. Volvemos a lo mismo: quien vende su dignidad, se prostituye.

Pero de nada servirá todo este concierto de vanidades cuando tenemos la prueba con lo que pasó en los Altos. De nada sirve combatir al crimen organizado, cuando los que lo combaten, están desorganizados.

Hillary en México es otra forma de agacharnos frente al poderoso. En esta película de acción, nuestro valiente David Calderón cayó frente al Goliat no tan grandote.

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