martes, septiembre 01, 2009

Del chinguen a su madre a chingadazos

En Jalisco oponerse puede ser motivo de garrotazos.

Armados con cartulinas, manifestantes se enfrentaron al poderoso Macrobús, que custodiado por defensores de la patria, tuvieron que hacer gala de su indumentaria: cascos, escudos y macanas.

Sólo así pudieron vencer a esa turba que lo único que exige es un transporte digno.

La lección es muy sencilla: ¿quieres o no quieres Macrobús? Si quieres, súbete. Pero si no, ¡tómala!

Tiene razón Osvaldo Monos: llegará un día en que tengamos que pedir licencia para comprar cartulinas y plumones en la papelería. Esas herramientas son consideradas por nuestro H. Cuerpo de Policía como armas mortales.

Y si no les gusta, ahí está el destapado a candidato a gobernador, el general Fernando Guzmán Pérez Peláez.

Con ese héroe en potencia, ni niños, ni mujeres, ni ancianos, ni el mismo Hombre Araña (región 6) harán que el tránsito del Macrobús quede en entredicho.

No importan los accidentados del Macrobús desde la inauguración, no importa que ya no suba a los pasajeros que se prometieron, no importa que se trastoque la vida cotidiana de los miles que a diario lo sufren, no importan los calores, las manoseadas, las inundaciones, las caminatas de horas, el ir hasta allá al a ver sí pasa, el que  quiten la ruta por donde alguien ha ido y venido durante años.

¡No! Lo que impera es un estado de derecho claro y contundente: o se hace lo que la autoridad dice, o los cargamos a punta de garrotazos.

Dice el alto mando Guzmán Pérez Peláez que esos temibles manifestantes armados de cartulinas y gritando sandeces violaron el precepto constitucional de bloquear las vías de comunicación.

O sea que el artículo constitucional que permite la libre manifestación, vale sombrilla.

Ese sábado (el pasado 30 de agosto) al mismo tiempo y a la misma hora, fue el desfile del Festival del Mariachi. Curiosamente esos que participaron, que también bloquearon las vías de comunicación, no fueron ni custodiados por policías y fueron libres de gritar… de alegría.

Esa bola de manifestantes, que seguramente es un peligro para Jalisco, en verdad que se trae cada cosa.

Gracias a las manifestaciones y a esa sociedad civil organizada, se evitó el placazo, el limosnazo, el viaductazo y demás azos de nuestros queridos gobernantes.

Ni los partidos de oposición, ni diputados, ni presidentes municipales, ni nadie, se atrevió a ir contra la corriente.

Si a eso le sumamos medios de comunicación que señalan que esos manifestantes van en contra del desarrollo, entonces uno entiende porque el Ejecutivo de Jalisco ha dejado a un lado las mentadas de madre y nos las ha cambiado por garrotazos.

A la voz de aquí el Macrobús entra o entra, a la teoría de si no me entiendes con “chingas a tu madre” comprenderás a chingadazos, ahora sabemos por qué muchos dejaron de votar por ese partido que pregona la buena voluntad de Dios.

Nunca me he subido al Macrobús. No corro mi vida tan fácilmente. Pero sí entiendo a aquellos que tienen que subir y bajar por ese transporte de lujo.

La línea 2 tiene en juego 2 mil 500 millones y unos buenos garrotazos son suficientes para que se nos olvide.

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