jueves, enero 07, 2010

Gay o no gay

Más que como un asunto moral, hay que verlo políticamente. Polemizar sobre el asunto de los matrimonios homosexuales y que inclusive puedan adoptar, nos hace olvidar la realidad que nos agobia económicamente. Anoche el Presidente dijo que 20-10 será el año de la reactivación económica, pero se le olvidó el pequeño detalle que no dijo cómo. Más aún, cómo cuando empezando el año nos recetaron aumentos y más cuando incumplió su palabra de no subir combustibles en lo que restaba de 2009. Si ese mandatario es mentiroso, parto de la premisa que cuando anuncia la reactivación, tendrá que equivocarse.

Pero ese no es el debate nacional. La controversia está en las declaraciones de Esteban Arce que los homosexuales son anormales.

A lo largo de mi vida he conocido homosexuales y yo los he visto normales. Hacen las mismas tarugadas y los mismos aciertos que cualquiera. Me ha tocado trabajar con algunos y son exactamente normales: tontos o talentosos.

Dejar el tema homosexual al terreno de las preferencias, tampoco es justo.

Yo prefiero al América, a Angelina Jolie sobre Jennifer Aniston, a Alizée sobre cualquiera, al negro sobre el rojo, a las papayas sobre los plátanos. Eso ni me hace más ni me hace menos. Si todos pensáramos o fuéramos iguales, no habría carreras de caballos, decía y decía bien, Mark Twain.

El tema homosexual es un asunto social.

Existen parejas que conviven y como en casos de heterosexuales, no hay protección alguna.

En una pareja –calificándola de legal- en caso de desamparo, abandono, divorcio, viudez, violencia, infidelidad, accidente, muerte, herencia, existen reglamentos que salvando la tramitología, pueden darle cierta protección.

Un caso semejante es de aquella pareja (hombre-mujer) que convive sin casarse o sin legalizar la unión. Si en el primer caso hay ciertos candados para, por ejemplo, cobrar un seguro de vida, en esta forma, legalmente (insisto) es un verdadero calvario.

Cualquiera que sea el caso, tampoco se asegura ni la felicidad ni la buena vida.

En ese caso, si nos guiamos por estadísticas, hay más divorcios que matrimonios (en los primeros cinco años de enlace) por lo que en esa lógica, casarse sería anormal o divorciarse sería anormal, lo que no es válido en ningún caso.

La pedofilia, la violencia intrafamiliar, la prostitución, abuso sexual, asesinatos, tampoco pueden ser “normales”, pero ocurren.

Así que partamos de la realidad que hay parejas homosexuales.

Esas parejas, al legalizarse su comunión, lo único que obtienen es una mejor garantía de protección en caso de pensión alimenticia o hacer válido un testamento.

En ese sentido, no es anormal querer ir con la norma.

El tema de la adopción corre la misma suerte. Así como ser bastardo ya no es anormal o tener hijos legalmente considerados aunque los padres no estén casados también está considerado por la Ley, entonces quienes son adoptados de una pareja homosexual, deben tener los mismos derechos.

Ese es el espíritu de la discusión.

Habrá quienes valoren eso un avance social o una forma de aprobar las actividades que para unos son anormales.

Las Iglesias han entrado al debate y entiendo que defiendan la institucionalidad, pero sería más sano que hicieran lo posible por abatir la pedofilia, que definitivamente no es normal.

Discutir de esto, como lo de las leyes para no penalizar el aborto, es entrar en el juego bizarro de lo que para unos es moral y para otros en normal.

La realidad es que existen estos casos y la realidad así permite discernir, es decir, permite la libertad de elegir.

Una mujer que está en un proceso de aborto, puede decidir si continúa o no con el embarazo. Yo lo que respeto es que decida, pero no necesariamente quiere decir que apruebe o aplauda su decisión.

Una pareja homosexual del DF (a diferencia de una de Jalisco) puede optar por casarse o no, como lo haría una pareja heterosexual. Eso ni lo haces mejores o peores, los pone en una situación de semejanza o igualdad frente a la Ley.

Yo prefiero respetar el derecho a la libertad de esa alternativa, que reprobar la normalidad o anormalidad de unos y otros.

La traición, deslealtad, injusticia, no me parecen normales, pero para unos, afectar al prójimo es su forma de vida.

Bueno, ya entré al debate y lo importante es que juntos hagamos valer ese derecho a opinar.

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