sábado, septiembre 30, 2006

Arancel de Esclavos

Veo la imagen y de repente recuerdo aquel treintañero poema de Benedetti: En una exacta/
foto del diario/señor ministro/del imposible/vi en pleno gozo/y en plena euforia/ y en plena risa/su rostro simple/seré curioso/señor ministro/de qué se ríe/de qué se ríe. Está tan feliz que me cuesta más pena que trabajo entenderlo. Si bien es un avance o, en el mejor de los optimismos, mejor que nada, en realidad se trata del arancel de la esclavitud.
Ahora resulta, si todo sale –digamos- bien, que el equivalente a las remesas de un año serán pagados por multas para “legalizar” millones de indocumentados. Aquí mismo reportábamos que Estados unidos no iba a seguir permitiendo que veintitantos mil millones de dólares ronden o se le escapen misteriosamente.
La historia de la algarabía de Fox se debe a lo que pomposamente quieren llamar reforma migratoria que a fines de julio la Cámara de Representantes se encargará de poner en su lugar. Ni tantos millones para aplicar a una serie de condicionantes y más reforzamiento de la seguridad.
Con media frontera o más inmersa en el muro de la ignominia, el precedente marca una línea de fuego: solo algunos y los de mejor talante; tal como se hacía en aquellas etapas de la esclavitud negra cuando se le calificaba por la fuerza de sus dientes o brazos. Sí, como ganado.
En un mundo que nos venden globalizado, donde los tratados de comercio tienen como propósito abrir las fronteras, ahora resulta que el principal socio pone candados y se apresta a fabricar guetos.
Si bien los tintes electoreros de Bush son atractivos para su poca popularidad, en realidad su programa de orden y respeto es un asunto de dinero. La legalización de indocumentados no tiene más propósito de llenar arcas de mano de obra barata y causantes cautivos.
Y lo peor de todo es que aún con todas las restricciones, esos millones elegidos saldrán ganando. Valdrá así la pena su desfile multicolor en una de las marchas más impresionantes y pacíficas que se recuerden.
Ante un mundo pasivo que ha permitido el libre comercio humano, ahora resulta que el país que demostró incapacidad para detener el flujo migrante, se apresta a recibirlos con los brazos abiertos.
Hemos insistido que los millones que por allá trabajan clandestina o legalmente son más que los habitantes del D.F. o Veracruz o Jalisco, según el reciente conteo oficial dado a conocer.
Nos esperan mayores limitaciones en una frontera protegida por vallas, muros y balas, con la creciente incertidumbre de un tanto que tendrán que regresar o bien abrirse otros caminos. El número de quienes no emplearían a las nuevas reglas sería equivalente a los que vivimos en la zona metropolitana de Guadalajara.
Tal vez sea porque ya se va y el reto es para el que le siga. Pero la pregunta que hizo Benedetti se la regreso, señor Presidente: de qué se ríe/de qué se ríe.

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