martes, octubre 31, 2006

Guadalajara Atrasada

La respuesta de personas que saben del tema fue tan contundente que lo doy por un hecho: Guadalajara jamás tendrá Metro.
Las razones técnicas o económicas pueden avalar ese futuro, pero representaría un atraso de una comunidad que ronda por los cuatro millones y que se empeña en atrasarse en desarrollo.
Tal como se anticipó hace mucho, Guadalajara concretó ser la sede Panamericana en 2011, lo que debería ser ya un buen pretexto para movilizar a quienes aquí convivimos con demoras en obras, poca cultura vial y trazos propios de un laberinto.
La Guadalajara que diario nos toca es tan grande que es difícil delimitarla. Como las grandes urbes, los alrededores forman parte de un todo que contrasta los callejones pintorescos y tradicionales con los grandes complejos comerciales, residenciales e industriales.
Nuestra ciudad se hace cada vez más vieja y lenta, y al parecer no existe un progreso para revitalizarla.
Las obras por doquier no muestran un horizonte halagador. Aún sin estar lista, la avenida López Mateos es insuficiente, nuestro periférico es un rompecabezas y los anillos tienen la rara geometría de ser círculos sin cerrar.
La vida que se edifica más allá de los límites de antes es tan evidente que uno no entiende como le harán las próximas autoridades municipales –porque las de ahora ya fracasaron- para movilizar aquellos que algún día vivirán en esos fraccionamientos que presumen de campos de golf pero no de flujos de transporte.
Si una especie de Metro se ve remota, lo es más imaginar avenidas elevadas o cruces urbanos sin paradas.
Guadalajara como tal, está prácticamente como torta ahogada entre esos municipios que se dieron la tarea de multiplicarse sin ton ni son. Tlajomulco, El Salto, Zapotlanejo, tarde que temprano serán un solo conglomerado que requiere de atención inmediata.
El concepto metropolitano incluye otros retos que, nuevamente, las administraciones actuales ni siquiera se atrevieron a enfrentar. Servicios básicos de basura, alcantarillado, iluminación, no pueden ser posibles cuando nosotros mismos nos enfrentamos a seis fronteras indeterminadas.
Toda esta inmovilidad se debe en esencia a un ejercicio político que no ha sabido ponerse de acuerdo. Con fallas en lo elemental y serias deficiencias administrativas, hay que sumarle esa falta de voluntad para homologar una sociedad que trabaja, transita, se divierte y habita, en distintos municipios a la vez.
Constantemente me dicen que en tres años un municipio no alcanza a levantarse y no lo dudo porque efectivamente es poco tiempo, pero lo es más cuando se llega de la nada a querer hacerlo todo y en ese afán se pierde más tiempo en planificar y en acelerar. Ese es nuestro presente. Veinte obras simultáneas es retar al destino y la paciencia. Los resultados están a la vista.
Ahora que se nos anuncie lo de los panamericanos habrá un lapso para cimentar algo que nos mueva bien. Claro que si lo hacemos al cuarto para la hora, no llegaremos a ningún lado.

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