jueves, noviembre 16, 2006

Zinadazo

Ya pasaron meses y aún no le creo a Zidane. Tampoco pienso que Materazzi sea una dulce paloma, al contrario. Las dos versiones son tan contradictorias que cuesta trabajo tomar partido. A estas alturas ni quien se acuerde del talento de Pirlo, la elegante muralla de Cannavaro, los valiosos goles de Grosso o los lances espectaculares de Buffón.
Algo pasa que se habla más del agresor que la víctima, del perdedor que del ganador, lo malo de lo bueno, lo sucio de lo limpio. La justificación es que no es noticia que 10 mil aviones lleguen diario a su destino, pero sí que se estrelle uno.
Meses después también me cuesta trabajo creerle a Andrés Manuel López Obrador o a Felipe Calderón. Ambos tienen dos versiones contradictorias y sin haberlos visto, se han dado zinadazos entre ellos.
La instancia legal del TEPJF tuvo en sus manos la decisión más importante de su historia. Sin embargo, aún hay sombras de duda que lo único que provocan es incertidumbre.
Lo que está en juego es México y su imagen mundial. Se olvidó el entusiasmo de familias por votar, el trabajo sin remuneración de ciudadanos que contaron las boletas y que 42 millones y pico ejercimos libremente un derecho y, sobre todo, un poder.
No creo que nos vaya a ir de maravilla ni que caigamos al abismo. Esas decisiones no nos competen. México, como si fuera una mercancía de la Bolsa de Valores, depende del vaivén económico mundial que juega con los precios del petróleo y las cotizaciones del dólar o el euro.
No creo que se generen los empleos necesarios ni que venga una desbandada. Esas decisiones, como lo aclaró en su momento el propio Vicente Fox, tal como lo reportamos en este espacio, son responsabilidad de empresarios. El flujo del mercado nunca ha sido ni será para beneficio de las mayorías y las ganancias de quien arriesga una inversión son para unos cuantos.
En los dos frentes, ni los empresarios ni la macro economía internacional pueden suponer un plan a futuro. Y no veo en el horizonte una voz de liderazgo que ponga las cosas en su lugar. Dejar todo en manos de quienes forman parte de una institución, es demasiado en algo que no hemos vivido. El ideal de dejar a las dos partes satisfechas suena cada vez más improbable.
La irresolución nos ha radicalizado. O le vas a uno o le vas al otro. Nada de medias tintas. No se vale estar en medio. Y quien es de uno, por automático es enemigo del otro. No hay justificación que valga y si se defiende una causa, la otra no vale nada. Claro que me refiero a Zidane y Materazzi.

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