martes, noviembre 11, 2008

Monstruos come empresas

Epicentro Informativo de Leonardo Schwebel

Gran parte, la mayoría en relación 3 a 5 negocios en México son lo que se llama pequeños: tienditas, estéticas, papelerías, cafeterías, tintorerías, etcétera.
La empresas poderosas, entonces, son las menos, pero las que más ganan y sobre todo, las que más apoya el gobierno.
Poner un negocito, un changarro al estilo foxiano, aún es complicado. Es más sencillo ser del grupo de la informalidad o bien ser de los monstruos.
La ventaja de ser informal, es que la corrupción resuelve todo. Los tianguis clandestinos pululan en el país y nada parece detenerlos. Gracias a ello, entre otras cosas, no aumentan nuestros índices de desempleo. Y también los gobiernos municipales o citadinos, los protegen.
Los monstruos come empresas trabajan con la complicidad del gobierno, y les resuelven la vida sencillo: les dan facilidades, les otorgan privilegios y cuando la cosa se pone dura, se declaran en huelga y el propio gobierno los arropa.
Ahí tiene usted a los empresarios que volaron de las aerolíneas. Ahora con el cierre de Alma de México, las opciones de viajar a lo Lagrimita (qué barato!!!) disminuyen y quien se aventó la puntada de hacerse rico con eso, le importa poco la ley y la gente afectada.
Otro caso es quienes depilaron la lana de los que entraron a Neoskin. Con toda facilidad del mundo llegan y se van.
En Guadalajara las pequeñas empresas son las que abundan.
Entre plazas y placitas, seguramente ha comprobado que se pone un local de algo que desaparece a los pocos meses. Pero, curiosamente, en lugar de apoyar, se abren más lugares.
Es aquí cuando uno no entiende la política económica.
Los negocios clandestinos o legales pero con productos de la fayuca, por el contrario, son los que crecen y evolucionan.
O sea que mientras el mundo se preocupa por la crisis, aquí lo que se hace es actuar al revés.
Detrás de las líneas aéreas, de La Comer, de Neoskin, de las concesiones a obras, hay historias de compadrazgos y ventajas que aquel que pone su changarrito sufre con inspecciones, licencias, revisiones, normas.
Si los gobiernos fueran tan estrictos como lo son con esos negocios que sí son legales, las cosas serían diferentes.
Pero aquí en este país se premia la mediocridad y es más fácil ser ilegal o tranza. Como que ya va siendo hora de cambiar la estrategia.

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