martes, abril 07, 2009

Hoyo negro de la justicia

Los datos dados a conocer en Epicentro Informativo demuestran que la justicia mexicana tiene un hoyo negro que impide que el combate al crimen organizado sea eficiente.

Por más que creamos en las buenas intenciones de las autoridades, los pocos que son consignados, salen libres para cometer más fechorías.

Nuevamente se pone en la mesa el análisis de la verdadera utilidad de los servicios penitenciarios.

Cuando ya por fin se logra meter a uno, éste recibe toda clase de privilegios como comida, comodidad, seguridad y sobre todo, libertad para seguir delinquiendo.

El caso de Carlos Alberto Rayas de la PGJ Jalisco es sólo uno más.

Ejecutado a plena luz del día, en viernes 3 de abril de 2009, en hora pico, en pleno periférico de la ZM de Guadalajara, muestra que los delincuentes han pasado al terreno de la impunidad donde se sienten mejor que en casa.

El autor material de este crimen, Ramiro Pozos González, alias "El Molca", también ya estuvo en la cárcel después que por un operativo se le detuvo por secuestrador.

Según declaraciones de Luis Augusto Manrique Hernández o Héctor René Valdivia Cabrera y Moisés Javier Ríos Mejía fueron contratados por dos sujetos, "El Molca" y uno llamado "El Tony" —relacionados con el Cártel del Milenio— para ultimar a Rayas Rodríguez para vengarse de las investigaciones por el asesinato de Tadeo Miguel Ángel Bátiz, ocurrido el 2 de marzo, en Zapopan.

El hoyo negro de la justicia provoca que esos delincuentes puedan seguir adelante.

México tiene 3 poderes, y el judicial, ha dejado mucho por hacer.

Aquí otros impunes, los jueces, deben revalorar qué hacen en realidad y los encargados de los supuestos castigos, deben también revisar qué provoca que dentro de las rejas, continúen con sus actividades.

Desde luego que esto inhibe las acciones de quienes sí trabajan por detener a los malos y todavía se resisten a pagos por dejarlos escapar.

Cuando trabajé en un programa de radio de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, de 1995 a 1997, el discurso base de Luís de la Barreda era precisamente ese: del gran total de delitos, pocos se denuncian, pocos se investigan, pocos se consignan, pocas víctimas reciben justicia.

Eso además provoca el ajuste de cuentas y un descontento social.

Ya para 1999, hace más de 10 años, el encargado de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luís Soberanes, los expuso con cifras: de 500 mil delitos, se consignan penalmente 69 mil. Menos del 15 por ciento.

A esto hay que añadir todo lo que la justicia deja escapar de las manos y a la falta de capacitación de nuestros cuerpos policiacos.

Poco se ha avanzado en ese camino y los hoyos negros crecen, chupan, se tragan, cualquier idea al respecto.

Hoy en día hay que fijarse quién está al lado: si es delincuente o policía, nuestra vida corre peligro.

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