jueves, mayo 28, 2009

Estado de Sitio

Esta columna confirma lo que se comentó en Epicentro Informativo: las ligas del narco con los estadios de poder, ya abarcan más de lo que muchos suponemos.

He escuchado diversas opiniones al respecto y en Epicentro Informativo, el analista Carlos Ramírez Powell reafirma el dicho: Calderón sí quiere ser el héroe de la película, el Eliot Ness región 4. El Lío Necio.

La tendencia nacional y mundial, sumada a los comentarios de nuestros líderes de opinión, es que a los narcos hay que aniquilarlos.

En México hay más de 2 mil 500 municipios y 32 entidades. La lógica manda que las relaciones con el narco existen en un porcentaje X. Para que el crimen sea organizado, debe contar con el apoyo de fuerzas de poder, de brigadas policiacas y de esquemas de espionaje interno.

Fue en un programa de TV donde afirmé que Calderón había recibido amenazas del narco. Hoy se reafirma que los amagues contra su integridad ya son entre 4 a 7.

Pero la conclusión de Amnistía Internacional no debe dejarse de lado: luchar con el ejército, no ha sido funcional.

Aunque el michoacanarcogate haya sido legal, como ya admite Godoy: “El Gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, consideró que el operativo federal en la entidad fue legal, pero el mecanismo violó la soberanía del Estado…” no hay que quitar aquello que el Estado mexicano se ha convertido en un Estado represor.

Si esto se resuelve a balazos, entonces –como diríamos cotidianamente- vamos ya a darnos en la madre todos contra todos.

Todo esto es muy comprable. El electorado general (a quien está dirigido el mensaje) está contento y satisfecho. Aplauden las acciones y al Presidente. Es ya nuestro Chapulín Azulado quien pone orden y nos salva.

Pero ojo con eso que pensamos.

Si aplaudimos estas acciones, entonces estamos de acuerdo que fuerzas especializadas entren a nuestras casas.

Si queremos un Estado represor, no nos quejemos que nuestras garantían individuales sean vulneradas. No nos quejemos cuando se instauren toques de queda o revisiones sin ton ni son o se inhiba la circulación (algo así como la epidemia H1N1 a escala mayor).

La discusión no es si  se le debió o no avisar a Godoy, sino por qué no se actúo a tiempo desde que se denunció en 2008 ante la SEDENA.

El silencio también es cómplice y si bien el PRD quiere recomponer su discurso, no hemos sabido del PRI (la mayoría de los presidentes municipales detenidos son de ese partido) ni del PAN, que también tiene cola que le pisen.

El narco es demócrata y penetra en todos los rincones y colores.

Pero hay que medir nuestra propia democracia. Habría que revisar los valores constitucionales del fuero, el amparo, los derechos humanos.

Habría que poner en discusión temas como la legalización de las drogas o el uso de armas. También hay que ver qué se hace en cuanto al consumo interno, que ha crecido, como ya se ha documentado aquí.

Hay que ver qué México queremos. Un México donde todos somos sospechosos o un México donde haya que cuidar las formas y los fondos.

El Estado debe valer su gobernabilidad y sustentar estas detenciones. De ese marco jurídico debe desprenderse el auténtico valor de esta acción.

Si verdaderamente se comprueban los nexos de poder con el narco en Michoacán, entonces hay que abrir más coladeras. Si hay dilación en la justicia o hechos que comprueban abusos de autoridad, habremos perdido la verdadera batalla: la legal.

Si la táctica es acabar con los malos, hay que ver quiénes son los buenos.

Si los valores de la Constitución están en juego, entonces estamos en vísperas de un Estado de sitio.

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