jueves, junio 11, 2009

Cloacas de poder

Los recientes casos del delegado del INM en Yucatán acusado de lenocinio y la separación de su cargo del delegado del IMSS en Sonora por el incendio en guardería y la muerte de 44 personas, son sólo una muestra de lo que ocurre al interior de muchas dependencias que no han sido corregidas por el gobierno.

Son esos pequeños poderes de funcionarios de medio pelo, los que ponen en jaque al país en seguridad, salud, educación.

Es ahí, en esas entrañas de aquellas oficinas, donde se maneja la lana, donde se abre paso la corrupción y donde imperan las viejas costumbres de cuatismos, cacicazgos y claro, falta de seguimiento.

Por más que se cambien secretarios, encargados, súper directores, continúan esas prácticas de hacerse pato y lo peor, cometer delitos.

Detrás del incendio lamentable en Hermosillo, salió humo blanco de cómo se reparten las subrogaciones como cuotas, y a parientes (recordar que una prima espuria de la primera dama de la nación está involucrada).

Son en esas oficinas escondidas donde se maquila el sistema que rompe las estructuras del gran poder y donde se quedan atoradas la grandes promesas de cambio.

Es esa gente la que se hace rica.

Hace tiempo conocí a un simple y llano inspector de leche que tuvo el suficiente tino de comprarle casa a cada uno de sus hijos. Ahí, con su bajo perfil, construyó su emporio de riqueza e impunidad. La leche podrida nunca fue su prioridad.

Si hablamos de combate a la delincuencia, nos encontramos cientos de casos de gente involucrada directamente en el crimen organizado.

Para que los malos hagan bien su trabajo, se requiere de buenos que hagan el mal. Así de sencillo y complicado a la vez.

Son personajes involucrados en la política que además hacen trabajo de campo en época de campañas como las actuales. A ellos les debemos el acarreo, la venta de votos, los trucos de siempre.

Me he enterado de cómo por ese hueso hay fuerzas organizadas de un partido apoyando al candidato opositor.

Ahí está el dinero. Tal es el caso de un representante del Instituto Nacional de Migración en Jalisco que aprovechó su poder para hacer un negocio de venta de casas a través de remesas.

Ahí está un director de la UdeG que gana 40 mil pesos al mes pero se ha administrado tan bien que ya se compró una casita humilde de 8 millones de pesos.

Por más que se combata y se diga y haga, siguen vigentes los tentáculos de ese poder, que en realidad es el gran poder.

Tienen que pasar desgracias o casualidades para abrir esas cloacas.

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