Censura y facturación del IFE

Nunca como antes los medios estuvieron maniatados, multados, acotados, censurados y coartados, como en este proceso electoral del 5 de julio.
Todo empezó por la guerra de spots que por unos días interrumpió los programas de TV. Después siguió con insinuaciones de alerta mediática sobre lo que sí se puede o no preguntar.
El bombardeo de spots poco sirvió, lo mismo que la equidad de sus transmisiones, ya que salvo el del Partido Verde, lleno de mentiras, los demás no impactaron en las decisiones finales.
Aún así, como siempre sucede, los grandes medios acapararon los presupuestos escondidos. Tampoco ahí hubo avance.
Para colmo, aquí en Jalisco, los amagues de guerra sucia fueron calmados con multas que lo que hicieron fue lesionar la Libertad de Expresión.
No dudo ni tantito de las malsanas intenciones de los medios para de todos modos cobrar favores a los candidatos, pero lo que sí es real es que no hubo no tiempo para algunos debates de altura.
Nos quedamos con las ganas de ver qué hay en el trasfondo de toda la gama de promesas y compromisos que hicieron todos.
A la ley electoral en medios le faltó experiencia y le sobró disfraz de verdugo. De operadores de las elecciones se transformaron en censores, peores que aquel sacerdote que prohibía pasar besos en Cinema Paradiso.
Las cuentas de los medios deben andar bajas en general. No hubo esas reparticiones de otros años y eso lastima la posibilidad de análisis.
Quedarse con una embarrada de buenos deseos a final de cuentas resultó peor que ser testigos de guerras de lodo.
Pocos se atrevieron a sacar uno que otro trapito al sol y lo poco que salió a relucir, no alcanzó a permear en el electorado general.
La semana pasada el IFE recetó más multas a los medios y con eso sentó las bases que se convirtieron en santurrones de la democracia.
Recortes, despidos, poca inversión, será el futuro de nuestros medios a corto plazo y eso va en decremento de las libertades.
No es posible que en un país de 107 millones, la televisora nacional por excelencia, Televisa, sólo destine 1 ó 2 horas de las 168 que tiene una semana, para destinar tiempo a la profundidad de temas y ésta se realiza con los propios representantes del medio.
En el programa Tercer Grado, por ejemplo, uno de los periodistas de la propia Televisa, ninguneó y minimizó el voto nulo. Vaya. Nunca se mencionó que en el DF, desde donde se transmite ese programa, el voto nulo alcanzó 10 por ciento y que a nivel nacional el promedió estuvo entre 5 y 7 puntos porcentuales.
De un plumazo, o de un comentario, se afirmó que el voto nulo fue un fracaso.
No lo fue si tomamos como parámetro que el Voto Nulo como tal se convirtió en cuarta fuerza en lugares como Jalisco y en quinto a nivel nacional. Fue más válido ese voto inválido, que todos esos afanes de grandeza y presupuesto (con todo y Hummers) de PANAL de Elba Esther Gordillo o lo que intentó la chiquillada de AMLO en el PT y Convergencia, y desde luego más que el PSD que nuevamente ve perdido su registro (ante fue el Partido Socialdemócrata Campesino, o algo así).
El esquema de los medios en México se lo debemos a Salvador Novo. Cuando estaban por formarse las grandes cadenas, el escritor fue instruido por el presidente Miguel Alemán a que reportara cuál de los sistemas era el mejor para nuestra realidad. La duda estaba en un sistema netamente comercial al estilo Estados Unidos o un esquema europeo donde el Estado sea una especie de generador de contenidos. Un ejemplo clásico de esto es la BBC.
A Novo no le convencieron ninguno de los dos y propuso el mixto. En ese orden se crearon las estructuras de concesionarios y pemisionarios. Es decir, en México los sistemas comerciales funcionan en la medida que mantengan su relación con los gobiernos. Ese Estado reparte las concesiones o permisos, surte de material, es dueño de las señales y durante años fue el principal anunciador.
Los medios han sido cómplices de esto. Retan y atacan en función de presupuestos y aquellos que juegan a la independencia, a final de cuentas acaban rindiéndose a los frutos que da el bosque. El papel aún es controlado por el gobierno.
Terminadas las elecciones ya todo va diluyéndose pero sí hay que dejar constancia que este matrimonio mal venido del IFE con los Medios, no funcionó.
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