martes, octubre 13, 2009

Corto circuito

Apagones, extinciones, liquidaciones. Muy fácil el resultado: hacer una nueva empresa.

Si el gobierno quería poner en lo oscurito sus intenciones, la declaración de la secretaria de Energía prende todo en su exacta dimensión: “En conferencia de prensa, la funcionaria indicó que será en las próximas semanas cuando se determine la conveniencia de dejar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la operación y suministro de energía eléctrica a esta zona del país o crear una nueva empresa con capital estatal”.

De tajo, el Presidente del Empleo dejará sin empleo a miles cuyo delito fue estar en el SME. Aquí sí, como bien dice Carlos Ramírez Powell en Epicentro Informativo. Calderón es el patrón y como tal, decide irse por lo más fácil: hacer su propio negocio, con empleados dóciles y comprados.

Hemos preguntado, sin respuesta, por qué siendo Calderón secretario de Energía en la ápoca de Fox no dio cuenta de las anomalías en Luz y Fuerza o por qué ese tema no se abordó en la llamada Reforma Energética o dónde quedó el Informe de Georgina Kessel o dónde el diagnóstico del director general de la CLyF, Gutiérrez Vera, que no ha soltado ninguna chispa.

Y así mientras los demás veíamos a Cuauhtémoc hacer trizas a los salvadoreños, desde Los Pinos se gestaba un golpe contra los trabajadores: o se hace lo que yo quiero (Calderón) o se van…y se van y se irán, con parte de la sociedad alienada y convencida.

“Si algo no sirve, que se destruya”.

Es lo que llamo Síndrome Político de la Obesidad, es decir, nadie amanece gordo de una noche a otra aunque haya cenado mucho. Se le engorda, se le dan panes (aquí si vale el comparativo), se le deja grasa por doquier y al cabo de los años, se le expulsa por sobrepeso.

Luz y Fuerza fue siempre un botín político electorero donde a cambio de votos se permitieron toda clase de extravagancias. Pero ahí sí los menos culpables son los trabajadores.

No dudo de su ineficiencia y corruptelas, pero como sea se prendía la luz.

El problema –insisto- no es el argumento presidencial, sino el por qué se dejó en el tobogán.

Y es aquí donde cabe el corto circuito.

Dejó prendidas todas las luces, las sobrecargo, les echo agua y espero pacientemente a que todo truene.

Los medios calderonistas han insistido que así vivimos mejor y que no importa que en estos días haya problemas por el servicio.

La frase “hay que aguantarse” tiene el trasfondo: dejo crecer el problema y convenzo que el problema se soluciona liquidando, matando.

Pues bien, eso mismo es lo que hacía el Partido Nazi en otras circunstancias y lo mismo que hacen los regímenes dictatoriales.

Lo que Epicentro Informativo en interneTV le ofrece es el otro lado del foco. José Sosa y Carlos Ramírez Powell, así como los comentarios la semana pasada de Eduardo González, tienen como objetivo que conozca otras luces.

Calderón ha pretendido cundirnos miedo: miedo por la inseguridad, miedo por la influenza humana y miedo a los sindicatos. Y provocar miedo también es propio del fascismo.

Curiosamente tiene la capacidad de combatir todo al mismo tiempo, pero no da resultado en ninguno.

Creerle es caer en la trampa.

Si lo que no sirve se mata o se tira, ¿qué sigue después? ¿Guerrero, Michoacán, Chihuahua?

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