miércoles, diciembre 30, 2009

Zopilotes estreñidos

En abril de 2008, con toda la pompa, desparpajo y hasta despilfarro, en un restaurante de La Barca, el entonces Rector general de la Universidad de Guadalajara, Carlos Briseño, celebró su cumpleaños 49. Habíamos cientos en el festín y una mesa principal donde convivían alegremente los de las bancas de adelante, incluyendo al Gobernador Emilio González, funcionarios universitarios, un periodista de la tele, entre otros. Por ahí circulando, mas en el anonimato que en el protagonismo, circulaba Aristóteles Sandoval, encargado de asuntos de abogados. Sin mucho alarde decía que andaba preparándose para lanzarse a la presidencia de Guadalajara.

Mucho ha cambiado desde aquella fiesta. Ahora Aristóteles es de las bancas de adelante. Escenas semejantes debieron repetirse con otros que hoy ya comandan los municipios de la ZM de Guadalajara. Nadie daba un quinto por Vielma, muchos ya sentíamos relegado a Miguel Castro, ni quien pelara a Antonio Mateos y lo de Alfaro por el PRD sonaba firme pero soñador.

Los nuevos presidentes municipales empiezan con cajas vacías, deudas, descontrol administrativo, obras sin contratos, basificaciones al por mayor. Tienen a su favor más la esperanza que las expectativas

Estos presidentes tienen retos desde ahora. Con los Juegos Panamericanos encima y el Macrobús alistándose a ponerse donde lo dejen, tendrán poco tiempo para demostrar que valió la pena el arriesgue.

Por lo pronto, a diferencia de sus antecesores, no tendrán tres años en el cargo, ya que sus periodos terminan el 30 de septiembre de 2012. Además, sería una especie de suicidio político que cometieran los abusos que sus predecesores.

Pero sus gobiernos ya empiezan mal.

Aristóteles demostró que su gabinete está unido al verdadero poder: la Universidad de Guadalajara.

Miguel Castro no aprendió la lección de su periodo 2004-2007 y vuelve a las andadas y contrario a Juanito, le rinde culto a su verdadero prócer: el Güero Barba, que colocó a sus vástagos en el verdadero poder de Tlaquepaque para continuar su cacicazgo.

Enrique Alfaro, que hereda un municipio en crecimiento y con un laberinto de corruptelas, tanto de presidentes del PRI como del PAN, tendrá que ocuparse más tiempo en ordenar que el organizar, y ahí puede perder tiempo valioso. Muchos de su gabinete han estado cómodos en la oposición donde han sido buenos para criticar y ya en el poder, habrá que verlos ejercerlo. Tlajomulco es como una isla del tesoro donde todos los bandos han caído en la tentación.

El caso Tonalá es hasta cierto punto, el más cómodo, ya que peor no puede estar. Sin embargo Antonio Mateos no se ha distinguido por ser el paladín de la transparencia, así que puede pasarse su lapso sin más pena que gloria y hundiendo más a un municipio olvidado.

El caso de Héctor Vielma en Zapopan suena diferente. Su gabinete parece más discreto, menos protagónico y no ha sacado aún a relucir a quiénes les debe cuotas. La ventaja que tiene es que lo peor ya pasó con la salida de Sánchez Aldana, sabe que los reflectores se los llevará Aristóteles y lleva de gane sin jugar que los Panamericanos serán suyos. Tiene en su gente a quienes ya saben lo que es estar en el trono. Su error sería pensar más allá de ser presidente municipal de la verdadera capital económica de Jalisco.

La experiencia nos dicta que a final de cuentas corren el riesgo de ser zopilotes estreñidos. Mucha planeación y poca obra.

Ver con optimismo este naciente 2010 suena más a buenos deseos que a realidades. Como sea, que a todos nos vaya mejor.

No hay comentarios.: