lunes, octubre 02, 2006

Ahora Sí

El 1 de diciembre de 2000, Ernesto Zedillo pasó la tarde con sus hijos en un hotel lujoso de Nuevo Vallarta. A esas alturas poco se recordaba que seis años antes, el 1 de diciembre de 1994, había calificado a Carlos Salinas como el mejor Presidente de la historia.
A mil kilómetros de distancia estábamos borrachos de democracia y se festejaba en el país el inicio del periodo Vicente Fox. En el mundo también había celebraciones y pocas veces una noticia nacional cubrió tantas primeras planas.
Después de una férrea campaña publicitaria el balance no puede ser tan objetivo como uno quisiera y cada quien tendrá su propio Pulso Informativo. En general hay menos pobres en la miseria y algunos ricos tienen más millones. Para otros, la eficiente política monetaria macroeconómica no ha llegado a la política monetaria de nuestros micro bolsillos.
Unos lo recordarán por sus frases ocurrentes y otros por su silencio en temas comprometedores. También se dirá que ha hecho hasta lo imposible y otros verán que eso que pudo ser, no fue posible.
La tradición marca que el último año, además de ser el de “Hidalgo” (ya saben por qué), es el que cimenta el inicio del próximo sexenio. Se terminan las grandes obras y se deja para el que sigue un listado de pendientes y deudas.
El 1 de diciembre se festeja también al santo Eloy. Pero El Hoy que tanto se pregonó no ha sido tan rápido como se prometió. El Hoy es la incertidumbre del mañana. Ni idea tenemos si se lograrán, ahora sí, los ansiados cambios.
Las fuerzas vivas de todos los partidos están mas despiertas que nunca y esa zozobra corre el peligro de paralizar lo poco o mucho que se mueve.
Ya no es cuestión de cifras alegres y convencer a costa de imágenes que remiten a años setenteros ni mucho menos con base en amenazas que no dicen nada y si pueden cimbrar.
Esa –ciertamente- ya no es su función. Lo que debe hacer en sus últimos meses es evitar que las confrontaciones degeneren en algo que nadie quiere. Si al clima de desconfianza le añadimos inseguridad, entonces además de parálisis podemos contar otras historias.
Durante más de cinco años hemos atestiguado beneficios en ciertos estratos pero también hemos visto toda clase de derroches. Lo mismo ha pasado en ese vaivén con muchos intentos que se han quedado en el camino. Corrupción, narcotráfico, violencia familiar, delincuencia y demás lacras continúan vigentes.
Y ese país es diferente al que nos anuncian. Las banderas izadas del Seguro Popular o el programa Oportunidades, deben dar paso a otras necesidades. Es el último aestirón y es hora de apagar los reflectores y ponerse a trabajar en serio.

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