jueves, octubre 26, 2006

Telaraña

Habría que revisar aquello que ha quedado pendiente desde hace tiempo: una Reforma de Estado. Un ejemplo lo vemos ahora con los gastos excesivos e insultantes. No sólo de aquellos que buscan un cargo, sino de lo que se ha hecho evidente en estos días. Si fuera un anuncio clasificado diría: “Se vende candidatura”.
En el caso de algo que llaman Partido Alternativa Socialdemócrata Campesina se trata de 100 millones de pesos; suficientes para burlar cualquier avance democrático. En otros ámbitos somos más baratos y se trata de casi 3 millones por Jalisco.
¿Tan poco valemos?
Pero a esto habría que añadir los 200 millones y pico que tiró el supuesto candidato del PVEM y los otros 200 que apostó uno de los precandidatos del PAN y qué decir de las alianzas, declinaciones, y demás cabildeos…mejor dicho, negocios.
Para nadie es novedad que para querer ser candidato a algo se requiere dinero. Tampoco es noticia que por alcanzar aquellos dineros se compran y se venden favores. Sin embargo tal vez creamos demasiadas expectativas de un cambio de fondo que simplemente no ha llegado.
La prometida Reforma de Estado debe ser prioritaria para el avance del país. No se podría soportar un nuevo periodo de buenas intenciones y pocos resultados concretos. La panza de esa burocracia es tan amplia que uno llega a preguntarse el verdadero valor y utilidad de funcionarios, oficiales mayores, directores, secretarios de Estado o de regidores.
Pero a reserva de los títulos nobiliarios, uno se pregunta ¿qué hacen? Nos hemos acostumbrado a depositar esperanzas y quejas en aquellos que comandan un municipio, una entidad o un país, sin considerar que debajo de ellos hay una telaraña hasta ahora invencible.
La esencia de la Reforma de Estado es activar las decisiones y rendir cuentas.
En un tema como la contaminación hay decenas de organismo federales, estatales y municipales, así como universidades y dependencias, en un sin fin de sustantivos donde nadie hace algo específico y nos quedamos en planes que solo justifican el pago de unos cuantos grandes sueños.
Una Reforma de Estado requeriría desde luego una acción de movilidad y una auténtica transformación que a un plazo cercano no tiene ni pies ni cabeza.
Para ejemplificar lo anterior tal vez convendría el ejemplo de la tiendita de la esquina. Está cerca, tiene lo que necesitamos y el trato es amable. Como sea Usted llega a ese lugar y casi siempre encuentra a la mano lo que necesita en ese instante. Así debería ser esa política general. Algo que uno no sabe por qué, pero trabaja y está presente cuando se requiere.
Pero si permitimos que esa loca democracia que tanto nos cuesta siga manteniéndose con base en componendas, es muy fácil imaginar que esa araña nos va a picar.
Otro lapso tan desorganizado como los que hemos vivido últimamente no nos llevarán a ningún lado.

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