domingo, noviembre 19, 2006

Lo que sigue

A plena luz, un día cualquiera, un hombre desapareció.
Por acto de magia, nadie vio cómo. Hoy, al escribir esta colaboración, sigue en duda su paradero.
Y eso que pasa, cada vez es más cotidiano. Hoy los niveles de inseguridad superan nuestras más negras historias de terror. Simplemente estamos a expensas de esos delincuentes que pueden hacer de nosotros lo que quieran.
Entre ejecuciones, asaltos, secuestros, vivimos en la incertidumbre de saber cuándo nos tocará.
Para las autoridades la mayoría de las veces se trata de casos aislados. Algo que no refleja el esfuerzo y los avances. Pero fuera de los compromisos y las estadísticas, la señal es que hay impunidad.
Como si nada, 47 tiros son insuficientes para demostrar el poderío de esas mafias, tal como sucedió hace unos días en –curiosamente- La Paz, Baja California Sur. Tampoco fueron suficientes 12 tiros en contra de alguien en nuestras calles. Tampoco ha sido suficiente que un comando se llevara con lujo de violencia a un entrenador de futbol.
¿Por qué? Ninguna respuesta es válida ni creíble. Simplemente sucede y ya no es novedad. En tierra de nadie los que cometen esos delitos están libres y seguramente se ríen de aquellas declaraciones que señalan que hay seguimiento de los casos.
Entre un cuerpo policiaco incapaz y una sociedad muda, hay una complicidad. Nadie quiere meterse en problemas.
A la falta de liderago hay un sin fin de promesas. Todos parecen tener la solución pero no se ve claro quién asumirá el control.
Más lamentable, politizar cada historia y aprovechar esas desgracias para que los opositores se erijan como salvadores.
La exigencia de mano dura de un sector de la sociedad va acompañada de una burocracia que hace hasta lo imposible porque todo quede en el archivo del olvido.
Las advertencias de empresarios y los mensajes que llegan de otros países no han sido evaluados. Y en ese clima, viene el verdadero huracán, el peligro que alguien de fuera asuma el papel de héroe de historieta.
En parte de este Pulso Informativo, hay quienes defienden la aplicación de mano dura y castigos ejemplares y otros que sostienen que tanta falta de acción tiene como razón de ser crear un ambiente de desconfianza. O todavía más, que nosotros hagamos por nuestra cuenta lo que parece que a nadie preocupa.
Una persona de Pulso Informativo lo dijo así en una frase: “yo creo que las autoridades quieren que uno haga justicia por su propia mano” al referirse de las acusaciones que ha hecho en Tomatlán contra un maestro que manosea a sus alumnas. Nadie le hace caso.
Mientras los políticos reparten el botín, no hay quién nos defienda. La pregunta es ¿qué sigue? Entre los discursos vacíos y leyes con huecos, hoy el mundo está enfrascado contra un terrorismo infame que ataca a la sociedad civil. Hoy nosotros vivimos en el terror de cuándo nos va a tocar.

No hay comentarios.: