martes, diciembre 12, 2006

Manos blandas

Las acciones del nuevo gobierno pueden llegar a ser llamativas y algunas hasta espectaculares, pero demuestran que el paso firme prometido solo es una mascarada.
A diferencia del anterior, Calderón tiene el difícil reto de demostrar que él sí manda. A diferencia del anterior, debe tener carácter y decisión. Obviamente quien decide, tiene el riesgo de equivocarse, pero como que ya es momento que primero se mediten las cosas en su dimensión.
A Calderón en estos días le toca un papel difícil: mucho de lo que intente hacer, será en beneficio de unos cuantos y tal como se preveía desde su campaña, el asunto de los pobres, los marginados, no está en su prioridad.
En sus primeros días de Presidente, por ejemplo, no ha llevado a cabo iniciativa alguna para promover el empleo, que se convirtió en su bandera de poder y ataque.
Estoy seguro que si en campaña hubiera sugerido disminuir el presupuesto de universidades públicas, hubiera caído en gracia (más bien en desgracia) de muchos.
¿Cómo se le dará empleo a los miles de jóvenes cuya única opción es una universidad pública?
Desde luego que la primera respuesta que se me ocurre es precisamente aumentar los flujos de oportunidades. No hay negocio que prevalezca a futuro si no se le invierte. En el programa Crónicas FIL entrevisté al Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz. Uno de los padres de la teoría de la globalización. En la entrevista exclusiva le pregunté sobre si un país puede tener futuro si no invierte en educación y tecnología y obviamente su respuesta fue contundente: para que un país crezca debe producir y debe mejorar las opciones de educación y sacar adelante la tecnología.
El México de hoy crece como cuando Ud. y yo vivimos mes con mes. Es decir que nuestro sueldo no alcanza sino para ir manteniendo nuestro ritmo de vida mensual o quincenal. No es culpa nuestra, así nos ha arrastrado una economía poco efectiva en crecimiento.
A nuestras universidades y escuelas públicas les falta mucho. Los niveles son bajos desde la primaria y se van arrastrando hasta los niveles superiores y basta con solo ver la ortografía de muchos de los egresados o lo poco que saben de matemáticas, historia, geografía, etcétera.
Hace falta una reforma educativa porque no es posible que cuando yo iba en primaria y ahora mi hija Fernanda de 10 años va en quinto año, se siga hablando de Benito Juárez o cualquiera de nuestros "héroes" patrios, basándonos en las estampitas que venden en la papelería de la esquina.
La verdadera cruzada de crecimiento y mejoría debe empezar por ofrecerle a nuestros niños y jóvenes más opciones de estudio y desde luego, que eso se convierta en una alternativa.
Las escuelas públicas a nivel universitario son caras en lo general y baste con sacar los costos de libros, meteriales, transporte, comida. A eso súmele que en nuestro país un joven no pude pagarse estudios con trabajos varios porque no tenemos la opción -que sí hay en otros países- de pagos a destajo o por horas.
Por eso cuando uno está en esos lugares el que le atiende en un restaurante de hamburguesas, estudia en una universidad. Aquí esos trabajos los tiene que hacer quienes ya no han podido seguir en la escuela, mayoritariamente hablando.
Suena espectacular detener a los líderes de la APPO o mandar fuerzas a atacar Michoacán como si fuera Iraq, pero sería más espectacular empezar por ver como este Presidente del empleo quiere cumplir su promesa si cierra las puertas a la educación. Ahí las cuentas no me salen. Las manos de Calderón puede que sean limpias o duras, pero son blandas cuando se trata de preocuparse de lo importante.

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