martes, agosto 21, 2007

Epicentro de Leonardo Schwebel

En circunstancias no del todo claras, una mujer se separa de su hijo de ocho años y lo deja en Estados Unidos, donde nació. Esa mujer es su madre. Se llama Elvira Arellano y después de casi un año de lucha, ha sido deportada.
Ilegal, produjo para Estados Unidos en diversas labores. Trabajo, al fin, para una joven de treinta y tantos que como miles, tal vez millones, ve su sueño de hacer algo en la vida y ser algo en ese país donde es muy fácil ser confundido con un terrorista.
El sueño es ahora la pesadilla de una madre separada de su hijo.
Sin embargo detrás de esta historia que sobrepasa cualquier telenovela hay una lucha por los derechos. Allá en Estados Unidos lo llaman Derechos Civiles. Aquí los llamamos pomposamente, Derechos Humanos. Para el caso, es lo mismo.
En ninguno de los apelativos se distingue lo más importante. Elvira Arellano no se ha separado de su hijo porque quiera sino para llamar la atención.
Pero la llamada de atención no va para cobijarla como una heroína o arroparla como una luchadora social o juzgarla como una madre desconsiderada.
Es el llamado más atento que podemos escuchar de una realidad que justo el día que Bush y Calderón se reúnen, ninguno de los dos se atreve a enfrentar.
En entrevista exclusiva para Radio Universidad (104.3 de FM) con MEDIOS UDG NOTICIAS, desde el Epicentro de la Información, Carlos Arango, quien es director ejecutivo de una organización pro inmigrantes en Chicago, explicó que a nuestro Presidente ya no le interesa la agenda migratoria.
Para cumplirle los deseos a Bush, Calderón instauró un sistema de seguridad nacional, una guerra contra el narcotráfico, que lo único que ha generado es que los grupos antagonistas se unan, que se pierdan vidas y que se demuestre que nuestras organizaciones policiacas y militares no están preparadas. Eso sin contar con los niveles de corrupción que son evidentes.
Calderón ha fallado su promesa de seguridad y de empleo, y sigue condicionado a la terminología Norteamericana (Estados Unidos y Canadá).
Que una madre se separe de su hijo para decirle al mundo que este asunto migratorio no es para separar familias.
El mensaje de Elvira es claro en ese sentido. Lo que nuestras autoridades no han podido, la sociedad civil sí es capaz de arreglar.
La historia, como buena telenovela, va a continuar.
La única diferencia aquí, como el mismo Arango lo dijo en la entrevista (que puede escuchar completa en el servicio de Podcast) es que el asunto migratorio no tiene un final feliz.
Recuerdo aquella película, “La Decisión de Sofía”, basada en la novela ganadora del premio Pulitzer de William Styron. Ahí una mujer decide qué hijo entregar a los nazis. Aquí Elvira ha tomado una decisión. La decisión de Elvira es que no podemos continuar con esta frontera de cristal donde se asoma una realidad que quienes influyen no quieren ver.
No la juzguemos como a Sofía, más bien entendamos que cuando una mujer entrega a su hija, algo nos quiere decir.

No hay comentarios.: