jueves, diciembre 06, 2007

Epicentro de Leonardo Schwebel

La lección de Hugo Chávez tiene que ver con una vieja situación del país. Nuestros diputados representan la elección popular y cada uno refleja el sentir de un distrito. Sabemos que no es así. Ellos defienden a capa y espada los mandamientos de sus partidos. La línea está clara y por eso se han visto votos del montón.
Como saben que su trabajo es de tres años, lo que buscan es continuidad y qué mejor que hacerlo haciendo méritos con quien es su patrón.
De ahí que en decisiones primordiales, jamás veríamos un referendum tipo Venezuela.
Pongámoslo así. Si esa figura de consulta se aplicara, entonces se le tiene que responder al ciudano. Ese personaje es quien manda. Ahora, por ejemplo, Chávez no tiene que convencer a su partido ni a sus seguidores, sino a aquellos que lo abandonaron en el camino. Hecho así, tendrá que modificar sus políticas. En ese plan, se rinde al ciudadano.
En México eso no se permitiría porque nosotros estamos en segundo plano. Lo que quieren es medio lavarnos el cerebro y quedar bien con el partido. Si hubiera reelección de diputados, sería distinto porque ahora el patrón sí es el que vota; y el que vota tiene el poder de calificar según resultados, la continuidad.
Así cambia la jugada. Ya hay que pensar en el que sufraga y no en el partido que escuda. Pero en este país que avances tan comúnes como segunda vuelta, referendum, reelección de legisladores o alcaldes, que gane el que junte 50 % mas uno (para abatir el abstencionismo), candidaturas independientes, son impensables en una estructura que se niega a dar el paso firme de la democracia, como se demostró en los cambios de COFIPE que más bien parecen TOCOPE (Todos Unidos Contra el Peje).
Da pena ajena, pero sí, Hugo Chávez demostró ser más demócrata que muchos aquí. Mientras los partidos sean los ganones y nosotros los ciudadanos seamos los mirones, tendremos que conformarnos por probar ver quien nos sale bueno por la fórmula del acierto error.

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