martes, enero 08, 2008

Epicentro de Leonardo Schwebel

Cuando hablo de este tema, siempre digo un chiste sangrón: la libertad de expresión existe, pero tengo prohibido hablar de eso.
La libertad de expresión se ha convertido en un estado de ánimo. En el escenario no hay que ser lo suficientemente mártires como para defender un derecho cuando en realidad lo que se hace es preservar el negocio. Por el lado empresarial, igualmente, todo tiene que ver con ese derecho a que yo puedo hacer lo que se me pegue la gana con una concesión. Una concesión que, dicho sea de paso, me regala el gobierno.
Desde ahí comienza un gran problema del que no podemos salir librados. A todos los que en cierto momento nos han despedido, es muy difícil comprobar que fue por lo que dijimos o por lo que callamos. Nadie en su sano juicio haría. A uno se le puede despedir por rating, por comercialización, por ciclos, restructuración, recorte de personal, pero no por ser un periodista incómodo y comodino.
Sin embargo hay que decir que uno se llega a sentir dueño del espacio y es tal la respetada impunidad, que es fácil hacerse del derecho de hacer y decir lo que venga en gana.
Una vez me lo dijo más claro el futbolista Luís García, cuando estaba en duda su participación en la selección de fútbol: "me vale madres la selección, yo lo que quiero es la lana". Desde luego nunca pasó por su mente el TRi, el público, la representación nacional, el honor de la patria y todo eso.
Un periodista debe someterse a los lineamientos del medios porque la libertad depende de eso. Cueriosamente nadie dijo al referirse a María Victoria Llamas, recientemente fallecida, que fue una de esas víctimas del show business news. Nunca fue lo suificientemente popular, ni lo suficientemente hermosa, ni lo suficientemente dócil. Una vez lo comentams ella y yo en broma y me dijo algo que yo he adopatdo...si me corren que sea por lo que digo, no por lo que callo.
Lo que pasa adentro de una junta de negociación, no lo sabe más que el que lo vive. Yo lo viví con PRISA, de donde se me despuidió sin darme explicación alguna. Acababa de formarse el proyecto W Radio, y empezaba al aire el concepto nacido hace 5 años con Carmen, Loret y Solórzano. El entonces responsable de las noticias y los directivos, fueron muy cautos en no decirme por qué me iban y me quedé con la duda siempre. O fue por algo que dije o me callé, pero nunca lo supe. Sin embargo ahí vi que había tres variantes. Una, lo que prevalecía era el negocio, no la ideología del periodismo puro que tanto nos venden los que hacen El País. En segundo, el periodismo se basa en un modelo de negocio donde el éxito está en crear una cadena basándose en periodistas reconocidos. Y en tercer lugar, Televisa no tenía ninguna participación editorial.
No me consta y no caigo en heroísmos ni martirismos. Si a Televisa le importara W Radio, no permitiría que sus grandes comunicadores estén en otras estaciones. Si a PRISA le importara Televisa, no hubiera dejado ir a Loret, que está en su momento cumbre.
Todo se reduce a un simple negocio. PRISA y Televisa Radio han vivido de las estaciones musicales y los resultados económicos están a la vista. Periodísticamente les vale lo que piense la Presidencia. A ellos sólo les importa generar dinero y ese es su precepto.
No es cuestión de libertad de expresión, es cuestión de libertad de mercado.

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