jueves, julio 03, 2008

Perdimos lo ganado

Epicentro de Leonardo Schwebel

La democracia electorera requiere de dos fundamentos: que haya un ganador, cuyo triunfo esté totalmente claro, y que haya un perdedor que admita esa derrota. Ninguna de las dos cosas sucedieron el 2 de julio de 2006. No tenemos preciso que haya ganado Calderón y López Obrador no reconoce haber perdido. Hasta el momento, dos años después, tenemos una democracia como dogma de fe; es decir, creo que ganó X o creo que perdió X. Dogma de fe está bien en la religión y así se concibe. En la realidad política, eso o se vale.
En estos dos años no hemos evolucionado hacia una mejor democracia sino, al contrario, hemos retrocedido. A estas alturas, la lección del 2 de julio de 2006 hubiera servido para mejorar nuestras leyes, para reformar aquellos detalles que están en duda. Y si tomamos en cuenta que el presidente es Calderón, no ha cumplido con el reto de darnos una certeza para las próximas elecciones. El IFE, como ya dijimos, se ha quedado en I porque -aquí sí- ya le perdimos la FE.
Un padrón con inmortales y fantasmas no abonan para la credibilidad.
A dos años del 2 de julio, Calderón ha demostrado que sus originales manos duras son blandas ante el narcotráfico y los intereres económicos extranjeros y sus manos limpias deberán lavarse muy bien si quiere que su reforma de PEMEX nos dé confianza.
Ya lo del presidente del empleo, ni mencionarlo.
En estos dos años hemos perdido en derechos humanos, en economía, en finanzas, en transparencia. Y eso, precisamente, fundamenta una democracia.
Todavía no está claro cómo ganó. Lo que sí está claro es que en estos dos años, nosotros hemos perdido.

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