lunes, mayo 25, 2009

Derechos y Chuecos

Todas las bromas son de mal gusto y más si se exhiben en el llamado Canal de las Estrellas en horario estelar de un domingo. Con el afán de hacer reír, se puso en evidencia a un personaje conocido como Sammy y entraron al quite un grupo de personas que se sintieron ofendidas.

No me voy a referir a la calidad del chiste, si es que así se le puede llamar.

Aparentemente con las disculpas de Televisa y de algunos que participaron en esa cámara escondida queda sellado el asunto.

Pero esto va más allá y pone en la polémica el verdadero papel de las comisiones de Derechos Humanos, específicamente la del Distrito Federal, donde por cierto trabajé en un programa de radio (Derechos y Chuecos) en la época que la presidió Luís de la Barreda.

Efectivamente el video puede calificarse de denigrante y aquellos que rieron por cómo se vulnera a un ser humano, deben revisar sus valores.

Pero eso, insisto, es de cada quién.

Una persona como Sammy sabía perfectamente bien lo que hacía y por qué. Él, como muchos otros, hace lo que sea con tal de salir en la tele y ser famoso.

Sammy -como se le conoce- no es ningún tonto y si juega a ese papel, lo hace con pleno conocimiento de causa. Su familia asegura que tiene dislexia y esa condición, si bien puede llamarse discapacidad, no significa que sea alguien que no distingue el bien del mal. Sammy es más inteligente que nos lo quieren hacer ver.

En ese caso, es Sammy quien se aprovecha de su estado para obtener un beneficio.

En los casos específicos de cámaras escondidas, hay o debe haber un reglamento donde quien sale en la tele autoriza que se pase al aire. Si no es así, Televisa incurre en una falla administrativa que debe revisarse. Si hubo autorización de Sammy, entonces no veo el atentado a sus Derechos Humanos.

Ahí mismo, es decir en ese programa, vi a un actor que le dicen Rafa, que se hizo famoso porque adelgazó muchos kilos en una operación que se llama popularmente cerrar el estómago o bypass gástrico. Es, hasta cierto punto, una cirugía común y en el programa de TV, Territorio Reportaje, que dirigía y conducía, presenté varios casos de éxito. Creo que ninguno se hizo famoso por eso.

Sin desviarme, en ese sketch al actor se le ponía una prueba de casting donde soportó cachetadas fuertes de una actriz y se le ató en una cama donde le embarraron varias cosas. Aquí el tal Rafa reaccionó de otra manera y se enojó con quienes le bromearon. Que yo sepa, nadie se quejó ante Derechos Humanos, aunque también se jugó con su condición de ex obeso. Nuevamente por salir en la tele, Rafa hizo lo que le pidieron.

Los chistes son una forma de atentar contra los Derechos Humanos y quienes salen en ese y otros programas lo han hecho formalmente al burlarse de la condición de ser homosexual, gallego, suegra, niño, etcétera. En México los programas de comedia se burlan impunemente de las bellas que normalmente son tontas, de los gay que normalmente son amanerados y de los gordos que normalmente son dejados.

Sammy no es una víctima, es una circunstancia que va más allá de lo que Derechos Humanos del DF quiere ver.

En este país se violan los Derechos Humanos de quienes son víctimas de pobreza, enfermedad, aspecto físico. Nosotros mismos echamos chistes donde el otro es un tonto por naturaleza. “Ahí  tienen que iba un gallego…”;en torno a esto, hay miles de ejemplos.

Pero también hay muchos que se aprovechan de aquello que no tienen o que tienen de más. Sammy es un ejemplo de quien ha sabido sacarle jugo a su condición X. No se afectó aquí un interés particular ni hubo burla contra aquellos que su estado mental no es lo que conocemos como normal.

Vivimos en un país que discrimina al judío, al indio, al negro, al prieto, al gordo, al gringo, al gachupín. Constantemente en la tele vemos cómo se denigra al otro porque es de un país centroamericano o porque es africano. Creemos o nos hacen creer que las mujeres buenísimas son las villanas de las telenovelas que siempre buscan quitarle el novio rico a la mujer que es sumisa, abnegada y tonta. Es raro que veamos que esa mujer se ponga a trabajar con tanto ahínco como busca quitarle el novio a la otra.

Sammy es uno más de los tantos que salen en la tele y son famosos sin tener un talento alguno. Que sea tonto o se haga el tonto, es lo que lo ha hecho ser parte de algo.

No soy de aquellos que quisieran una tele educativa y cultural, ni aquellos que creen que la tele debe educar. Pero sí creo que la tele nacional, llámese TV Azteca o Televisa, le dedican 1 ó 2 ó 3 horas de su tiempo para analizar temas que forman parte de nuestro interés general: creo que tener un PIB de -8.2% ó 10 mil ejecutados en lo que llevamos del sexenio o miles de desempleados, también merecen tiempo de análisis.

Cuando una TV nacional abierta de 168 horas semanales le dedica 2 ó 3 horas al análisis de temas fundamentales para nuestro futuro, o sea el 2 por ciento de su programación (en horario no estelar), eso sí es un atentado a la inteligencia de los demás y de nosotros,  y en eso sí deberían ponerse al tiro las Comisiones de Derechos Humanos

Tenemos la tele que merecemos. Realitis, telenovelas, comedias, futboles, caricaturas. Lo que a diario nos ponen son muchos Sammys que harían lo que sea por estar en la tele.

Con la prontitud, exigencia y rapidez con que actuó la Comisión de Derechos Humanos del DF me gustaría verlos en los casos de abusos, intolerancia, pobreza, ignorancia.

Vemos la tele que merecemos y tenemos los Derechos Humanos que nos merecemos. Y por lo visto, merecemos poco.

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