Entrevisté a Enrique Cruz. Su hermana es uno de los seres humanos muertos durante esta contingencia de salud en Jalisco. Es la misma persona que el gobernador llamó sospechosa (como si fuera criminal) de fallecer por influenza y la misma mujer a quien en centros de salud de Jalisco le dijeron que tenía nervios. Es la misma mujer, más bien una joven de 24 años, que aún muerta le negaron servicios en la funeraria y la misma que el cura negó darle el adiós religioso. La misma cuya tía e hijos, sobrevivientes, siguen siendo tratados como apestados.
Esos son los servicios de salud que son responsabilidad de Alfonso Gutiérrez Carranza, el mismo que se defiende diciendo “mi trabajo es el que habla por mí, no yo”.
Hace una semana, el viernes que Emilio González admitió casos de influenza H1N1 en Jalisco, prácticamente le dijo tonta a esa joven jalisciense por llegar tarde a los servicios de salud del IMSS.
El IMSS es el mismo lugar donde el acta de defunción dice neumonía.
El hermano y familiares piden justicia y por medio de Epicentro Informativo reclaman que la entrevista sirva para algo.
No lo puedo asegurar, porque parece que los testimonios de la gente real, no el de las cifras frías y a veces escandalosas, son los que no toman en cuenta.
Más de una semana después de esta desgracia, ninguno de los familiares sabe de qué murió este ser humano.
La Secretaria de Salud del país no ha cumplido con certificar si fue o no por el nuevo virus.
El doctor House genérico o doctor House región 6, es muy bueno para la botana, la broma y el ridículo. Para estar a cargo de la salud de una entidad como Jalisco, es un peligro latente. Él sí es sospechoso de ser ineficiente y cometer negligencia constante.
Ahí está a la orden la entrevista para que alguien con autoridad en Jalisco, no precisamente el gobernador, tome las medidas correspondientes.
Esther no se murió de nervios como dijeron los especialistas en los centros de salud de Jalisco. Nadie sabe si murió o no de influenza humana. Sólo sabemos que ella es una persona de Jalisco que fue ninguneada, maltratada y aún muerta, calificada de apestada, contagiosa.
No, Carranza no sabe lo que hace. Debe renunciar por nuestra salud. Su falta de criterio y credibilidad sí apesta y contagia.
La entrevista completa está disponible en nuestra página
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