miércoles, noviembre 01, 2006

Agenda social

Mínimo, que el gobierno no estorbe.
Esa es una de las conclusiones de Josefina Vázquez Mota, ex secretaria de Desarrollo Social, en una plática que dio en un evento en Guadalajara. Dijo que la prioridad debe ser la agenda social. Trabajar por los demás, por la población, es invertir por una mejor economía y menos inseguridad, tal como lo señalamos en este espacio. La ecuación es sencilla en la teoría. Quien nos gobierne, debe ofrecer empleo. Esto además se da en el marco de aquella cifra mágica de disminución de pobreza. No compro que hay menos pobres. Cuarenta millones es una cantidad indignante como quiera que se vea.
Pero en la vida cotidiana, aquella que nosotros compartimos en calles, permisos, circulación, paseos, el gobierno –en todos sus niveles- estorba. Lo mismo sucede a aquel que quiere tener un negocio formal o al que usa el transporte público o aquellos padres de familia aún en la incertidumbre de no saber si su hijo podrá entrar a la primaria por el pecado de haber nacido después del 1 de septiembre.
Un buen gobierno, inclusive, ni siquiera debería de verse. Ni sentirse. Pero sabemos que no es así. A un ritmo de cien candidatos por hora, estamos hartos de discursos vacíos e ineficiencia.
Según INEGI, más de un millón de profesionistas con carrera terminada o no tienen empleo o se dedica a labores del hogar. Es un desperdicio de talento que se queda a medias en la promesa de un futuro mejor. El trabajo eventual parece ser la única salvación para un esquema político que vanagloria las estadísticas, como si fueran la verdad absoluta. Hoy en día, además, un universitario egresado tiene que conformarse con sueldos de miseria y sin prestaciones.
La generación de empleos tiene más variantes dentro del rango social que pocas veces se oyen. Un pueblo con trabajo es, en esencia, menos problemático. Hay menos focos sociales, menos inquietudes y menos frustración.
Esto implica otra reforma. La educativa. Algo que no está en la lista de prioridades. Por eso es importante no perder la memoria histórica y las resoluciones pendientes. No es cuestión de cacería de brujas o de abrir más heridas; se trata simplemente de aquello de no repetir los errores del ayer y de prevenir.
Otra reforma pendiente es la de la salud. Hoy un huichol de Jalisco tiene menos esperanza de vida que quien nace en una zona urbana, tan sólo por la casualidad geográfica. Hoy, también, nuestros hijos respiran más contaminación que antes y estamos condenados a una guerra política por el agua donde nadie puede asegurar qué fuente nos surtirá en los próximos veinte o cuarenta años.
Nos enfrascamos en más impuestos, más candados, más blindajes. Las iniciativas de fiscalización, transparencia, entrampan y desquician. Un gobierno debe ser limpio por naturaleza y en el mejor de los casos, incentivar la productividad. No estorbar sería el bien ganado de los males.

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