Pesadilla

Veo al Presidente en un mensaje a la nación este 7 de noviembre y me emociona ver como defiende su ira porque diputados, principalmente del PRI y PRD, no lo hayan dejado viajar a Australia (para ver a su ilustre hija) y a Vietnam, para participar en la reunión de la APEC.
No recuerdo haber visto a Fox interrumpir nuestro programa favorito de TV en los casi 200 días que lleva el conflicto de Oaxaca ni tampoco estar enojado porque alguien le reclame que en todo este asunto ni siquiera se ha atrevido a pararse en una región del país que supuestamente gobierna, y a donde no tiene que pedir permiso para viajar.
Posiblemente la reacción de los diputados, sobre todo del PRI, se deba a las declaraciones del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, quien sugirió que lo único que le queda a Ulises Ruiz es pedir licencia.
Sin embargo Abascal sí se ha dado licencia para intervenir militarmente en el propio país del que supuestamente es encargado de su funcionamiento.
Efectivamente los argumentos de los diputados de oposición a Fox parecen más pretextos que algo sólido y contundente, pero eso no impide que sí haya una frustración de ver a un mandatario que presume de paz social cuando ha dejado que el lugar del que es el ejecutivo principal, se le vaya de las manos.
A unos días que termine este sexenio viajar a Australia y a la APEC suena verdaderamente ridículo e inútil, cuando la situación del país, con bombas incluidas, está peor que cuando él, en noviembre del 2000, nos engalanó en cadena nacional con el lujo de presentar su gabinetazo, del que solo quedan unos cuantos.
No ir a ese viaje no terminará con el conflicto oaxaqueño y todos los que deja pendientes con auténticos focos rojos prendidos, pero sí es una exageración quejarse en cadena nacional que no tuvo autorización para que su esposa, cuates, amigos pudieran disfrutar de Australia, a donde su querida hija se fue a vivir.
Me hubiera gustado ver a ese mismo Presidente de México interrumpir la programación de un programa de TV o radio para anunciar que Oaxaca regresa a la normalidad, pero ese sueño ya es cada vez más una pesadilla.